| PALABRAS DEL SECRETARIO 
      GENERAL ADJUNTO DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS, LUIGI R. 
      EINAUDI EN LA TERCERA REUNIÓN DE NEGOCIACIONES PARA LA BÚSQUEDA DE 
      CONSENSOS - DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDIGENAS
 Washington, DC
 
 28 de abril, 2004
 Embajador Juan León Alvarado, Presidente 
      del Grupo de Trabajo encargado de elaborar el Proyecto de Declaración 
      Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, y Representante 
      Alterno de Guatemala ante la Organización de los Estados Americanos
 Señoras y Señores Representantes y Observadores Permanentes ante la OEA,
 
 Señora Elsa Son, del pueblo Maya-Kaqchikel de Guatemala en representación 
      del Cónclave Indígena
 
 Señoras y Señores Representantes de los Pueblos Indígenas,
 
 Señora Irene Klinger, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría de Cumbres de 
      las Américas,
 
 Dr. Luis Toro, Oficial Jurídico del Departamento de Derecho Internacional 
      de la OEA
 
 Señora Isabel Madariaga de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
 
 Invitados Especiales, Señoras y Señores:
 
 Me complace tener la oportunidad de compartir con ustedes el inicio de una 
      nueva ronda de negociaciones para la búsqueda de consensos dirigidos a la 
      elaboración y aprobación del Proyecto de Declaración Americana sobre los 
      Derechos de los Pueblos Indígenas. Abrigo la esperanza que podrán hacer un 
      aporte importante a esta América inquieta. Quisiera, en primer lugar, 
      hacer un público reconocimiento al Embajador Juan León Alvarado, quien a 
      fines de febrero asumió con evidente compromiso la Presidencia del Grupo 
      de Trabajo. He sido testigo de la intensa labor desplegada por el 
      Embajador León para impulsar el ritmo del Grupo de Trabajo. Esta 
      circunstancia augura, y es a la vez garantía, de su liderazgo en nuestra 
      búsqueda de nuevos consensos. No podría dejar de mencionar también la 
      labor de positivo acompañamiento que viene desempeñando desde hace tiempo 
      y muy eficientemente, la Vicepresidenta Ana Peña, Consejera y 
      Representante Alterna del Perú. Los funcionarios de la Secretaría General 
      que, con vocación de servicio, prestan su apoyo técnico y profesional a 
      los trabajos del Grupo también merecen nuestros agradecimientos. Deseo 
      destacar en particular la magnífica labor de las organizaciones indígenas 
      que han sabido enriquecer el diálogo continental ubicando a la OEA como el 
      foro natural de análisis para las reivindicaciones pero también como punto 
      focal de contacto entre las distintas comunidades indígenas y de ellas con 
      las representaciones de los Estados miembros. La dinámica de confianza y 
      franqueza en el planteamiento de posiciones ha sido notable en las últimas 
      reuniones. Ahora que se han podido articular y delinear las respectivas 
      visiones espero que se descubra también la flexibilidad necesaria para 
      alcanzar consensos que marcaran caminos democráticos y participativos que 
      se podrán luego precisar en el marco de cada país miembro. Una mirada 
      rápida al proceso de elaboración de este Proyecto de Declaración de 
      Derechos de los Pueblos Indígenas nos permite afirmar que los debates han 
      tenido una marcha continua y progresiva. En efecto, desde el 
      establecimiento del Grupo de Trabajo en 1999, se han ido adelantando los 
      trabajos en el curso de las varias Sesiones Especiales celebradas entre el 
      2000 y el 2003, lo cual ha llevado a que la última Asamblea General 
      celebrada en Santiago de Chile pudiese adoptar la resolución 1919/03 que 
      convoca a la etapa final de negociaciones para la búsqueda de consensos.
 
 Los representantes de los Estados Miembros y los de los pueblos indígenas 
      han considerado un total de 15 artículos. No siempre se han alcanzado 
      acuerdos definitivos. Pero siempre han surgido nuevas propuestas 
      orientadas a facilitar el proceso de negociación y reconociendo nuestras 
      respectivas debilidades, fortalezas, necesidades y retos. Los Presidentes 
      y Jefes de Gobierno, reunidos en Monterrey, México, en enero del 2004 
      reiteraron su apoyo para la conclusión exitosa de las negociaciones.
 
 Esto es un tema de importancia en escala mundial. Un reciente informe de 
      UNICEF indica que América sería el segundo continente en el mundo en 
      población indígena. No es casual entonces que la Organización de los 
      Estados Americanos reiterase, en la Carta Democrática Interamericana, su 
      indeclinable compromiso por el respeto de las diferencias y de los rasgos 
      específicos de las culturas de los pueblos indígenas. Estamos convencidos 
      que la preservación y difusión de sus identidades culturales contribuyen a 
      erradicar tensiones culturales y sociales de importancia que se traducen 
      en signos de discriminación e intolerancia étnica y racial.
 
 Desde luego, ese camino que transitamos, solidariamente, tiene que ir 
      acompañado también de instrumentos y medidas creativas que aseguren 
      mejores condiciones de vida, apartando la pobreza, el subdesarrollo, y 
      fortaleciendo la educación y la salud factores, todos ellos, 
      imprescindibles para alcanzar la igualdad de oportunidades y superar la 
      vulnerabilidad y la marginación que tanto afectan a las comunidades 
      indígenas.
 
 Un claro ejemplo de los beneficios que pueden derivarse de proyectos 
      diseñados con imaginación creativa es el que nos ofrecen los asentados en 
      las denominadas áreas protegidas transfronterizas (ATP). Estas zonas 
      surgen tipicamente como consecuencia de cláusulas especiales incorporadas 
      en tratados de paz o de protección ambiental.
 
 Cabe anotar que en las Américas, muchas de las áreas protegidas tienen 
      presencia de poblaciones indígenas y que su participación en el manejo de 
      áreas protegidas comienza a considerarse de singular importancia. Ello es 
      así, particularmente, porque la conservación de la zona y la explotación 
      eficiente de los recursos es inherente a los lazos especiales que estas 
      comunidades desarrollan con su hábitat.
 
 La importancia económica de estas zonas transfronterizas es evidente y 
      todas ellas parecerían constituir, de alguna manera, el abandono de 
      concepciones de soberanía rígidas que ceden frente a gestiones compartidas 
      y de mutua cooperación en la regulación y protección de los recursos que 
      se encuentran en zonas colindantes, es decir a los dos lados de una 
      frontera internacional, es decir de fronteras nacionales que han 
      remplazado el tradicional concepto de muralla con el de desarrollo 
      equitativo. Los proyectos sostenibles con énfasis en mejores prácticas de 
      gestión ambiental es, indudablemente todo un desafío a explorar.
 
 Inicié mis palabras con un reconocimiento a los trabajos desarrollados por 
      este Grupo de Trabajo para lograr los consensos necesarios que nos 
      acerquen a una declaración de principios que todos aguardamos. De modo 
      similar, deseo concluirlas diciendo que el futuro les pertenece porque 
      ustedes no sólo esperan ese futuro . . . lo están preparando.
 
 Está en vuestras manos lograr el anhelo común de concluir el proyecto de 
      declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
 
 Muchas gracias
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